Qué complicación
(exclamó el Abad viendo caminar a un ciempiés) y qué maravilla: lo hace tan
bien que parece fácil.
De pronto,
le vino a la memoria una historieta que había escuchado no sabía dónde:
"El
pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto
a su madre:
Para andar,
¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o
los de la izquierda, los de delante o lo de detrás? ¿O los del centro? ¿Y
cómo? ¿Y por qué?
Cuando
quieras andar, hijo mío -le respondió la madre-
Deja de cabilar
y... anda".
Clara respuesta y acertada. A veces las preguntas deberían evitarse.
ResponderEliminarRosas para una Rosa.
Sí, creo que a veces -solo a veces- pensamos demasiado... :-)
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